Dejá, no me hagas caso
Lic. Raúl E. Valobra
Esperaba tus disculpas, esperaba que al menos dijeras desde el dolor de tu alma:“me equivoqué”, para que entonces yo pueda entender que lo hiciste sin maldad, tan solo porque fuiste engañado, te dejaste llevar, no lo supiste ver desde la manipulación mediática que ejercen sobre parte de la sociedad.
Esperaba abrir un día cualquier soporte tecnológico y leer un mensaje que diga: “perdón me equivoqué”, y entonces yo te sentiría buena gente, falible, alguien que tiene el derecho al error porque de eso también estamos hechos, necesariamente.
En definitiva ¿esa negación absurda que realizás es peor que el mismísimo error de haberlos elegido, acaso no ves la calle cuando caminás? ¿no observás la tristeza conjunta que nos habita? los comercios cerrados, la gente pidiendo, los conflictos sociales, hermanos nuestros durmiendo en el frío insensible de la la calle, el cartoneo… ¿qué mirás cuando salís a la calle? ¿cómo hacés para no ver esto que ya se ha transformado en un paisaje repetido del país?
De los que conocemos, ambos, amigos nuestros, ya algunos sufren los primeros coletazos de la crisis, y vos lo sabés, no debiera ni decírtelo, vos que me decís que lo mío es político, te pregunto, si lo tuyo no lo es por qué seguís apoyando a un gobierno de mierda que nos está condenando al fracaso, en el que ya millones de personas cayeron a la pobreza? ¿qué motivo te hace defenderlo a ultranza si solo nos han traído dolor?
Claro que te estoy exigiendo un gesto de grandeza, de resignación ¿no? porque durante todo este tiempo te parecía hasta gracioso esa “gastada barata” de decir que se nos acababa, que al Peronismo o al Kirchnerismo (llamalo como quieras) se nos acababa, y sí, perdimos, solo perdimos una elección pero para que se nos acabe falta mucho, mucho, sobre todo por lo que vemos en la realidad, la de la calle, esa que vos negás con tu impresionante cinismo.
Ojalá que un día de estos, te venga el valor de aceptar este grosero error, ese dejarte llevar por los impulsos y sumarte al discurso banal de quienes te rodean, vaya a saber porqué, si a vos y a ellos les fue tan bien en nuestros 12 años, mejor que nunca te fue, hiciste lo que quisiste, y todo era porque tenías trabajo, claro que fue con trabajo, pero si hoy lo quisieras hacer no podrías, porque ganamos menos y tampoco hay trabajo.
Dejá, hacé de cuenta que no te dije nada, para qué vas a someterte a este castigo, de transitar por la culpa para aliviar tu mirada cuando andés de paseo por el dolor de la calle, dejá, no me hagas caso.
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