La violencia jamás puede ser el camino

La violencia jamás puede ser el camino

 No debemos permitir que el accionar irresponsable de los violentos nos corra el eje de las discusiones en medio de una catástrofe sin precedentes en las comarcas andinas arrasadas por los incendios forestales, donde aún es imposible cuantificar daños materiales y que tiene un lamentable saldo de pérdidas humanas.

 El desastre ambiental será irrecuperable por años pero el daño a parte de la población del lugar es un golpe irreversible que necesita del apoyo y el acompañamiento del estado nacional y provincial para asistir económicamente a los damnificados sobrevivientes a la devastación.

 Sigamos en el camino del amor, por aquellos que desde el minuto cero están trabajando sin descanso para socorrer a los lugareños, organizando colectas, administrando las donaciones que llegan de todo el país, en la búsqueda desesperada de quienes se encuentran desaparecidos como también las mascotas de quienes debieron abandonar o las que no pudieron llegar a rescatar, en la contención humana de quienes lo perdieron todo.

 Ellos, no tuvieron tiempo de manifestarse de forma artera contra quien fue a dar la cara para ofrecer ayuda, definiendo políticas de estado para asistir a la región y su gente, no, no fueron ellos, deberán determinar después quiénes están detrás de las agresiones al presidente que, casi sin custodia, llegó a la zona, con la franqueza que lo caracteriza, algo que deberá corregir de acá adelante cuando decida repetir estas experiencias que de ningún modos deben detenerse más allá del sabor amargo de la ingratitud.

 Es entendible la desesperación de mucha gente en el caótico cuadro de situación, el abandono del gobierno provincial, el conflicto latente entre los pobladores y quienes quieren imponer el negocio de la mega minería que conlleva un daño ambiental irreparable que arruinaría toda la belleza propia del lugar con la contaminación de las aguas cristalinas de los infinitos ríos que atraviesan el sur.

 Pero creer que eso justifica toda manifestación violenta es una mirada errónea que fue repudiada por todo el país y su dirigencia porque aun si los asistiera la razón en definitiva esas decisiones corresponden a la órbita provincial y no al presidente, desde el principio federalista de autonomía que consagra nuestra constitución nacional y que el Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires Agustín Gordillo describe:

Autonomía y autarquía: tradicionalmente se distinguen dos conceptos escalonados: “Autarquía” y “autonomía:” a) “Autarquía” significa exclusivamente que un ente determinado tiene capacidad para administrarse a sí mismo; b) la “autonomía” agregaría a la característica anterior la capacidad para dictarse sus propias normas, dentro del marco normativo general dado por un ente superior. De tal manera, el Estado sería soberano, las provincias autónomas, y los municipios y demás entes descentralizados autárquicos.”

 La acuciante necesidad de los damnificados por esta tragedia merece que demos lo mejor de nosotros, más aún quienes ostentan responsabilidades como funcionarios, seamos solidarios y dejemos atrás a los violentos que no pueden dejar de lado sus reclamos para sumarse a las manos que ayudan sin descanso a sus vecinos, el camino es el amor, jamás el camino es la violencia, mucho menos cuando no expresa ni representa al conjunto de la sociedad.