Los vericuetos de la Militancia verdadera
Mientras el Peronismo se recompone, reacomoda sus fuerzas, reagrupa sus tropas detrás de liderazgos que asoman sobre la escena desafiando el reinado indiscutible de Cristina, que encarna el carácter de la resurrección luego de la derrota a manos de Cambiemos; sin embargo, como producto de una efervescencia lógica que devino del impacto frontal de la derrota, el espacio se reordena y algunos integrantes discuten esos liderazgos, como una cuestión natural desencadenada por un movimiento que pierde el rumbo de la victoria, en esta sociedad moderna cuesta sostener las convicciones sin triunfos electorales.
Nadie quiere dejar de ser el interlocutor dentro del Peronismo, del Frente, Frente Peronista, Peronistas para el Frente o como se llame finalmente, muchos hablan de militancia pero solo buscan el posicionamiento, otros construyen con una mirada más amplia; todos son capaces de expresar su devoción por nuestra líder y pocos pueden representar el escenario donde se resignifiquen las fuerzas a través de una profunda y necesaria autocrítica que sea señal de crecimiento.
Florecen espacios, nombres, actores, agrupaciones, locales partidarios, banderas, panfletos, que en definitiva refieren a búsquedas de protagonismos que no buscan ser encauzados dentro del partido o que el partido no encauza, logran cierto grado de notoriedad pero también contribuyen a una fragmentación que resta fuerzas; porque los matices terminan generando diferencias que nunca se saldan en mesas de debate, en principio porque no se arman y luego porque nadie expresa en voz alta su disgusto hacia determinadas acciones por parte de quienes conducen, mastican propuestas por lo bajo y adhieren por lo alto.
Es bueno abrir puertas donde la militancia pueda darse cita para debatir y para prepararse como alternativa superadora, es meritorio afrontar el desafío económico de mantener los costos de un local para albergar militancia; cada uno sabrá las intenciones verdaderas que lo moviliza, que puede ir desde la construcción colectiva al posicionamiento personal, muchos nos preguntamos la sutil diferencia entre cada uno de esos espacios y el porqué no se aglutinan dentro del órgano madre, que permanece extrañamente cerrado, sin que nadie busque las llaves.
Cuando el Radicalismo perdió por primera vez en Cañuelas, desde el regreso de la democracia, se habían dividido tanto que se debilitaron demasiado, y esas divisiones respondían más bien al egoísmo de sus dirigentes que a la intención de multiplicar ideología; no debiéramos convertirnos en esa alternativa, no ser partícipes de atomizaciones que no sumen al todo, que nadie puede sintetizar y se pierden a través de la bronca que produce el despecho por no conseguir el cargo en el gobierno o el lugar en la lista que se exige, circunstancia que luego es funcional a los adversarios.
Se necesitan banderas que resistan y combatan, dirigentes que propongan y adoctrinen, espacios que contengan y revitalicen; se necesitan militantes que sumen capacidad y organicidad para luchar contra el embate del liberalismo y su mensaje arrasador; felices aquellos que puedan encuadrarse en estos tópicos fundantes de la militancia Peronista.
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