Reflexiones de domingo sobre los falsos profetas
Por Raúl E. Valobra
Las atrocidades más espantosas se cometieron en nombre de dios, del dios en el que creen los asesinos, un dios raro ese que avala la muerte, con el que bendicen sus armas, tan hecho a la medida de sus miserias humanas, para justificar la crueldad con la que deciden muertes.
Si apenas hay un mundo para tantos dioses y tantos relatos sobre la creación, es decir hay un solo dios, que cada uno llama como quiere, de acuerdo a sus creencias y en definitiva todo lo demás es parte de un negocio que hacen de la religión como un instrumento más de poder.
No hay tantos mundos como los tantos dioses que inventan las religiones; donde cada uno de los creyentes entiende que "su" religión es la verdadera, ¿no?, con mayor o menor grado de fanatismo, porque la religión opera sobre esa facilidad del ser humano para sentir devoción.
Por ello, yo entiendo la fe de muchas y muchos, esas expresiones de deseos por tal o cual santo, si cada una de esas cosas y esos deseos tuviesen éxito, estaríamos en el paraíso, pero... evidentemente algo de eso no funciona, el mensaje no llega o por ahí no es la cosa.
Tratemos solo de ser buenas personas, y cuando digo buenas personas, no hablo de lavarse las manos, hablo del compromiso del que ve lo que sucede y actúa sin miramientos porque esa es la única religión, el amor al prójimo, expresado en cualquier idioma, traducido en acciones.
Por eso, aburre ya la banalidad de aquellos que se creen mejores personas porque suben la imagen de un santo, una frase bíblica o te mandan una tediosa cadena, sin embargo, evitan el compromiso de meter las manos en el lodo donde se modela la realidad, plena de injusticias.
La verdad es que necesitamos compromiso activo más que salmos y plegarias, que cada uno crea en lo que tenga necesidad de creer, aunque las injusticias del mundo transcurren ante los ojos y la venia de las religiones, que nada pudieron ni quisieron modificar.
Hay un ser divino creador de todo lo que existe, uno, solo uno, aunque lo llamen de los mil modos que quieran, y el mira la esencia de cada ser y no compra discursos fáciles, mide conductas y como ya sabemos podemos equivocarnos, dios perdona pero a los tibios los vomita.
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