Sobre el Peronismo y las falsas dicotomías
Raúl E. Valobra
“Se hicieron las cosas mal”, “hay que volver al Peronismo”, “estuve a punto de votar a Milei”, dijo el hombre en un conjunto de frases que buscaban aprobación y solo consiguieron el rechazo generalizado del resto, que se lo hicimos saber en tono amable, como para la ocasión, ya que se trataba de una reunión de amigos.
“Se hicieron las cosas mal”, probablemente, sobre todo si dejamos de ver la primera pandemia de la modernidad; la guerra Ucrania-Rusia; la peor sequía de los últimos 50 años; la crisis financiera mundial; la peor herencia: el colosal endeudamiento del gobierno de Macri; por último, si no le asignamos a la vida un valor supremo, que premie la decisión de Alberto de privilegiar la vida por encima de la economía.
Luego, claro que se hicieron mal muchas cosas: Vicentín, Ley de Medios, la tibieza con los cargos judiciales que no nombraron, la derrota en la anunciada guerra contra la inflación, la lentitud para corregir el rumbo económico y la sordera crónica de Alberto para desoír los consejos de Cristina, nuestra líder natural.
“Hay que volver el Peronismo”, sostuvo y encontró como respuesta inmediata “en qué gobierno de los 40 años de democracia estuviste mejor que en los 12 años de Kirchnerismo”, “no pero”, largo silencio, “hubieron cosas”, y al unísono preguntándole: “¿CUALES?”, mirada al piso, un vacío comunicacional se apodera de la escena donde escarba por los titulares consumidos de TN y Canal 13.
Les caló hondo, a los indecisos y ambiguos, la ficticia división Kirchnerismo-Peronismo, porque se creían peronistas, no sabían por qué, al menos tenían esa percepción heredada familiarmente y con ella andaban por las arenas políticas y la historia pero el Kirchnerismo vino a interpelar ese legado, a resignificar y validar las credenciales con un nuevo ADN político para determinar si verdaderamente eran Peronistas los que decían serlo.
Cuánto debate estéril e intrascendente para definir algo que es a pedir del enemigo y que ni siquiera merece tratamiento, ya que si el Kirchnerismo gobernó sobre tres pilares de la doctrina Justicialista: Justicia Social, Independencia Económica, Soberanía Política, entonces de qué hablamos, qué estamos discutiendo, “somos Peronistas, nos dicen Kirchneristas para bajarnos el precio”, dijo Néstor en su debido momento.
“Estuve a punto de votar a Milei”, sostuvo al final de su alocución, resolviendo muchas cuestiones del debate que allanan el camino hacia la razón, nos da un panorama sobre el motivo de tantas frases hechas lanzadas al aire como bombas de estruendo buscando la ampulosidad del aturdimiento más que el impacto letal del argumento, la vacilación ideológica para permitirse dudar cuando delante había un miserable “vendepatria” y la falta de sustentos como para sostener su “Peronicidad”.
Vuelven los cantos de sirenas peronistas queriendo enamorar a los afiliados, los independientes, los arrepentidos, los enajenados, y está bien que suceda, siempre el Peronismo debe ser la primera opción, pero cuidado con enamorarse de: un Peronismo proclamado; del Peronismo de autobombo; el Peronismo sectario; o del Peronismo segregacionista, de aquellos que empiezan por dividir y no por unir, porque no se construye Peronismo si no se los abraza a todos.
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