Tilingos" del siglo XXI

Tilingos" del siglo XXI

(Escrita en el 2018, luego de que Macri dijera esa frase demencial)

Con toda esa irresponsabilidad que lo caracteriza, enajenado de nuestro idioma, como un penoso poliglota, dice en un paupérrimo inglés que “en Sudamérica todos somos descendientes de Europeos”, una frase que se lanza con fiereza como un puñal helado que cruza el aire hasta asestar sobre el corazón mismo de la verdad y dejarla agonizante.

En principio, es bueno aclarar que esa afirmación es una tremenda barrabasada que nada tiene que ver con la topología inmigratoria del subcontinente ni siquiera con la de nuestro país, ya que las sucesivas corrientes migratorias tienen raíces en distintos continentes pero mucho más con los originarios. Lo innegable es que el lazo más estrecho de relación se establece con el viejo continente, por cuestiones lógicas y que tienen que ver con aquellos países que llegaron huyendo de la hambruna, no más que eso.

Esa lógica de naturalización del lazo afectivo, expresada en la voz del presidente hace creer que esa descendencia de carácter europeo debe llenarnos de orgullo por la trascendencia de sus aportes a la humanidad, aunque si auscultamos bien toda la historia, despojados de posiciones ideológicas, nos damos cuenta que no hubo un continente más asesino causante de masacres y genocidios que el europeo y no es motivo de ningún orgullo querer figurar una filiación sanguínea con ellos.

Esto no niega el lazo que mantenemos por esa llegada de europeos para habitar estas tierras, por los motivos que fueran: el hambre o la américa, que lejos está de ser un aporte que nos enaltezca y fue más bien una salida a la escasez que las distintas guerras sembraban sobre sus terruños. Esto para desterrar esa visión épica de creer que llegaban a nosotros a contagiarnos de sus inagotables conocimientos para llevarnos al progreso, lejos de esto, es bueno saber que llegaron acá a saciar sus propias necesidades.

Dejando entonces de lado que es una afirmación falaz de Macri, es bueno recalcar que no es motivo de orgullo descender de quienes masacraron a 60 millones de originarios para poder robarnos todas las riquezas, de quienes, fomentaron la esclavitud, de quienes cometieron los mayores genocidios de la humanidad en Alemania y en Armenia, de quienes condicionaron a parte del planeta a un desarrollo miserable para sostener su eurocentrismo asqueroso y repugnante.

Macri miente, miente buscando una condescendencia que se parece más a una genuflexión descarada que a un gesto de caballerosidad y respeto pero en esa brutal mentira nos involucra a todos, inmerecidamente, porque muchos no necesitamos alimentar nuestro concepto de pertenencia a una raza aria y superior, ligada a quienes exterminaron a millones de hermanos con esa excusa de limpieza étnica, que algunos llamaron conquista como eufemismo de las matanzas, el robo posterior de nuestras riquezas y la condena a la esclavitud.

Desconocer nuestra nutrida y variada ascendencia europea puede ser tan perverso como negar nuestros orígenes, sucede que en la voz de un presidente adquiere una relevancia singular, camina con pretensión de verdad aunque solo sea un zarpazo más de aquella “tilinguería” tan característica de una clase social que a pesar de sus limitaciones culturales y económicas, aspiraban a ser considerados parte de la alta sociedad, acá o en Europa y Macri es su más fiel exponente.