DEL PERONISMO EN TIEMPOS DE MILEI
Lic. Raúl E. Valobra
Dejemos de escuchar a los tremendistas que solo saben hablar en contra del Peronismo, no olvidemos que son los mismos que justifican desde el bombardeo a la Plaza de Mayo para acá, todo el horror y el espanto posible que el Pueblo padeció, son los que hoy celebran el endeudamiento para venderlo como una negociación exitosa, aunque no conozcamos las condiciones impuestas por el FMI pero todos ya sepamos cómo termina esta nueva versión del Titanic.
Sin embargo, ellos, anuncian como un cisma irredimible la disputa interna del Peronismo y trabajan sobre eso para ofrecerlo a la opinión pública como una confrontación letal e irreconciliable, una fractura que genera caos y desorden; pero si por el contrario escogiésemos el camino de la lista única hablarían de verticalismo, del autoritarismo de la “jefa”, solo por denostar definitivamente aquello que tanto odian.
Yo tengo sensaciones encontradas con estas dos posturas, de Cristina y Axel, a quienes respeto y quiero por igual, y les puedo asegurar que hablo despojado de intereses y conveniencias personales como podrían hacer otros, por un lado celebro la postulación de cada uno de ellos, las aspiraciones y el compromiso con el Pueblo, luego por el otro, entiendo que siempre quedan secuelas en las luchas internas.
Nunca se sabe, a priori, si esas lesiones provocadas por una derrota logran cicatrizar para las generales, si la ambulancia puede abastecer en la recolección de los heridos, que en este caso ni siguiera se trata de disputas de proyectos ni de modelos, apenas se contiende desde la pretensión de conducir, de liderar, algo que jamás puede ser cuestionado, ya que obedece a la evolución de nuestros cuadros políticos.
Luego, entiendo que -rozando lo ideal- todos bregamos por poder contar en la misma lista con Axel y Cristina, llegado el momento crucial del 2027, y (nobleza obliga) no podemos obviar a Sergio Massa, un pie de ese trípode de poder que nos otorga competitividad frente al poderoso aparato electoral de la Derecha que, más allá de las diatribas, escándalos y bochornos públicos, automáticamente se encolumnan detrás de cualquier candidato.
Por eso, más allá de cualquier romanticismo ridículo, todos los habitantes de ese ecléctico espacio definido como campo Nacional y Popular, en el que abreva el Peronismo para trasladarle el vigor de su musculatura política, deseamos que nuestros líderes resuelvan sus diferencias dentro de los términos establecidos para estas circunstancias, privilegiando el bien común y los destinos de la Patria por encima de los egos personales.
Ahora bien, sin esquivar el nudo de este conflicto, nadie duda de la capacidad de gestión de Cristina Fernández, quien está entre los 4 mejores presidentes de nuestra historia, tampoco podemos poner en tela de juicio las condiciones de Axel Kicillof, que representa el presente y futuro del Peronismo, en tiempos de reformulaciones y adaptaciones a una realidad insoslayable que obliga a cambios de paradigmas sin perder el rumbo, las banderas ni los ideales.
Es poco probable que un final de ciclo político pueda ser advertido por el propio protagonista, mucho menos por el entorno que tampoco quiere bajarse de las comodidades del poder, por eso es lógico que ese quiebre quede en manos de la gente a través del voto, donde expresa su acompañamiento a los distintos dirigentes, un voto que está compuesto por muchas variables, entre ellas el tiempo, factor determinante y que no siempre se tiene en cuenta en su verdadera magnitud.
De dos grandes dirigentes, uno espera que esto se resuelva con grandeza y que todos los rangos medios de ambos espacios no pinten el panorama agónico de una contienda nuclear tan solo por el hecho de poder enfrentarse electoralmente, buscando enriquecer con la oferta a los ciudadanos que depositan en ellos su confianza para sacar al país de esta crisis terminal e irreversible.
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