El detestable país en el que nos quieren hacer vivir

El detestable país en el que nos quieren hacer vivir

Por Raúl E. Valobra

Yo les pregunto a ustedes, a vos te pregunto, que apenas me leés y te leo, siempre con respeto y amplitud de criterio, vamos a seguir tolerando cruzados de brazos este grado insoportable de violencia política y mediática ejercido por el poder económico en contra del quienes encarnan la defensa de los derechos del Pueblo, como lo hicieron contra Evita y Perón; luego con Néstor y ahora lo hacen contra Cristina.

Aquellos, que hace unos meses dejaron el país dentro los peores indicadores socioeconómicos de nuestra historia, con la duplicación de la pobreza, aumento exponencial del desempleo, cierre récord de pymes, destrucción del aparato productivo nacional, endeudamiento, fuga de capitales, negocios multimillonarios para sus amigos, pobreza y exclusión para el resto, y nos dejaron el estigma de la corrupción y el espionaje.

Ellos, vuelven a carroñar sobre los muertos, en este caso sobre el cadáver de Fabián Gutiérrez, retomando lo más asqueroso de un ser humano, la miserabilidad, condición que resulta irreversible y es antagónica por naturaleza a los intereses propios de la democracia, lo hicieron bombardeando la plaza en el 55, fusilando inocentes, desapareciendo 30 mil compañeros en los 70, lo fueron utilizando el suicidio de Nisman.

Y exponen sin dudarlo todos los alcances de la vida institucional del país solo para lograr su cometido: denigrar la figura la actual Vicepresidenta, Cristina Fernández, porque los supera verla en el ejercicio pleno de su capacidad de liderazgo político, más allá de los cargos circunstanciales, porque esta estrategia de armado e ingeniería política del Frente de Todos, fue pergeñado por quien tuvo el gesto de grandeza de ceder el 40 % de los votos.

Cuando no tienen manera de ocultar el escándalo del espionaje estructural del macrismo apelan a la devastación de sus oponentes, con maniobras que los muestra en su infinita pequeñez, incapaces que debatir ideas, de elucubrar argumentos, son amantes de la descalificación sistemática, de la difamación y la injuria, recurriendo a la mano de obra vil y barata del periodismo cipayo que alientan desde el financiamiento.

Los políticos que ostenten cargos públicos y fueron parte de esta maniobra de ataque deliberado sobre la figura de Cristina Fernández debieran rendir cuentas ante algo, ante alguien, no puede existir tamaña impunidad para actitudes tan incalificables y despreciables por quienes deben observar una mayor responsabilidad, porque son parte de la esfera política que dañan al emprender ataques desesperados y furiosos.

No hay modo de no repudiarlos, de no detestarlos, son la peor lacra canalla de la sociedad, se esconden detrás de las investiduras para cometer luego sus crímenes, tropelías, latrocinios, son el poder asesino con sus representantes y lacayos que despliegan su inagotable cantera de la malicia y mendacidad corroyendo el cerebro adoctrinado de quienes aún no han podido despertar del engaño y consumen el veneno del odio como alimento.