El tiempo de Rosquita

Rosquita sabe que es hora de ajustar un poco más su accionar, comienza la etapa donde su labor cotiza y esto exige un plus de esfuerzos, porque en el fondo Rosquita busca la conformidad de sus líderes, la palmadita como gesto de reconocimiento que lo deje satisfecho, algo que lo aliente y fortalezca su obsecuencia.

Rosquita, aceita su maquinaria propagandística que recurre a las redes, a la instigación constante de los acólitos para que repitan fotos, textos, videos o lo que fuera a favor o en contra de, las campañas hoy se establecen en ese escenario virtual de las redes sociales.

Rosquita, entiende que su adoctrinamiento es de carácter orgánico, no alcanza a ver que es sometimiento, desconoce la rebeldía, le escapa al disenso, él recibe y eso mismo que recibe automáticamente lo distribuye, lo replica a través de esa lista conformada por otros militantes políticos, que como él adolecen de espíritu crítico.

Rosquita no habla de proyectos, no expone sobre programas o plataforma de gobierno, sus intervenciones generalmente son diatribas a los que piensan distintos, sobre todo a los de adentro, a los propios, eso suprime a las ponencias que seduzcan para ganar apoyo, para sumar votos, pero él no está para eso, tampoco le importa, apenas está para el trabajo sucio.

Rosquita, lima al adversario, pega al enemigo, ensalza al candidato, pero apenas sabe sobre la información que trafica, es una mula política que traslada desde la cúpula todo aquello que le bajan hasta el resto de la gente con una esquemática vía de comunicación, que apela al vasallaje informativo.

Rosquita, comienza a sentir la adrenalina de este tiempo pre electoral, sube su precio, se siente reconocido aunque solo sea un genuflexo sin otras cuestiones, pronto estará en la puerta del local o adentro, dando cátedras de militancia y lealtad, con un libro leído a medias tal vez o mal interpretado porque a decir verdad Perón decía otras cosas al respecto, alcanza con leer las 20 verdades peronistas para darse cuenta.